Desde el momento en que llegué a Ávila, la sensación de estar viajando al pasado fue inminente. A tan solo una hora y media de Madrid, esta ciudad medieval, Patrimonio de la Humanidad desde 1985, me ofreció una inmersión única en la historia y la arquitectura medieval en España. La muralla, ese emblema inconfundible, me dio la bienvenida, impresionante y perfectamente conservada, como una fortaleza que aún resiste el paso de los siglos.
El tour, a cargo de la agencia especializada Fun & Tickets, comenzó por la muralla románica, construida en el año 1090 por Raimundo de Borgoña, bajo la orden de Alfonso VI. A lo largo de sus 1.700 metros, pude caminar por sus almenas, prismas en lo alto de la fortaleza, que desde lejos asemejan a las puntas de una corona, y disfrutar desde lo alto de las vistas de la Catedral de Ávila, la Plaza del Mercado Grande y las callejuelas de piedra que serpentean por el centro histórico. Cada rincón parecía contarme una historia de épocas pasadas, de batallas, de fortaleza, pero también de fe.
Uno de los momentos más impresionantes de la visita fue la Basílica de San Vicente, un lugar que me transportó a la época romana. Allí se conserva el cenotafio de los Santos Niños, mártires que dieron su vida en el siglo III. La Basílica, con su arquitectura románica del siglo XII, es un espacio cargado de historia y espiritualidad. Caminar por su interior me hizo sentir la grandeza de la fe que ha acompañado a Ávila a lo largo de los siglos, uniendo pasado y presente en cada piedra.
El misticismo de Ávila no se limita solo a sus monumentos, sino que también está en el aire. La figura de Santa Teresa de Jesús, mística y santa de la ciudad, está presente en cada rincón. Desde su casa natal, ahora convertida en el Convento de Santa Teresa, hasta el museo dedicado a su vida y obra, la ciudad se siente impregnada por su legado espiritual. A cada paso, se respira la serenidad y el fervor religioso que la santa promovió a lo largo de su vida.
Ávila también es un lugar de calma, de disfrutar del presente mientras se recorre el pasado. En cada uno de sus monumentos, como la Catedral, que es la primera en estilo gótico de España, y en sus iglesias, como la Basílica de San Pedro, sentí que la ciudad invitaba a detenerme y reflexionar sobre lo que tenía ante mis ojos. La tranquilidad de las calles empedradas y la majestuosa silueta de las iglesias ofrecían un ambiente único para desconectar del bullicio de la vida moderna.
La gastronomía de Ávila también fue una de las sorpresas del viaje. En los restaurantes tradicionales, probé el famoso chuletón de ternera, que me dejó una impresión duradera por su sabor y textura. Pero lo que más me cautivó fueron las yemas de Santa Teresa, un dulce típico que se ha convertido en el emblema culinario de la ciudad. Con cada bocado, no solo saboreé un postre delicioso, sino que sentí que estaba compartiendo una tradición que ha perdurado por generaciones.
Uno de los momentos más especiales de mi visita fue cuando subí al Mirador de los Cuatro Postes, ubicado fuera de las murallas de la ciudad. Desde allí, pude contemplar la imagen de la muralla iluminada al atardecer, creando una estampa mágica y evocadora. La ciudad parecía dormirse lentamente, envuelta en la tranquilidad de la tarde, mientras la muralla, centenaria y fuerte, se alzaba como testigo de todo lo vivido a lo largo de los siglos.
Durante la visita, también me enteré de las festividades que se celebran en Ávila a lo largo del año, como las Jornadas Medievales que tienen lugar en septiembre. Estas festividades recrean la época medieval, llenando las calles de la ciudad con mercados, representaciones y actividades que transportan a los visitantes a tiempos de caballeros y trovadores. La Semana Santa, con su emotiva devoción, y las noches de teatro en la muralla, fueron otras de las celebraciones que hacen de Ávila un destino aún más especial.
En resumen, mi experiencia en Ávila fue mucho más que una simple visita turística. Fue un viaje en el tiempo, donde cada paso que daba me acercaba más a la historia y a las tradiciones que han formado esta ciudad. Desde sus murallas hasta sus iglesias y su gastronomía, Ávila es un lugar que te invita a desconectar, a reflexionar y a dejarte envolver por su magia medieval.
Sin duda, un destino único en el corazón de España.
Para conocer y disfrutar al máximo de Ávila, puede unirse a una excursión de Fun & Tickets y descubrir impresionantes lugares medievales.
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Por: Carlos Bernuy
INFOTUR LATAM
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