Santo Domingo, un paseo por la primera ciudad europea de América

Estoy sentada frente a la plaza España de Santo Domingo. La primera de América hispana. Mi mente está lenta debido al calor intenso que marca 35 grados Celsius y que aún no llega a su máximo del día. Observo a las aves abandonarse en las sombras de árboles enormes, y escucho el trinar de algunos loros escondidos en las copas, mientras espero que mi cuerpo se aclimate.

El Caribe es amado por turistas y viajeros principalmente por sus playas, sin embargo, algunos destinos como Santo Domingo ofrecen también historia y cultura como principales atractivos turísticos. Caminar por su Ciudad Colonial ha sido toda una inmersión en la historia ‘latinoamericana’

He llegado del invierno limeño y aunque es el segundo día que recorro la Ciudad Colonial (que es la zona histórica de la capital dominicana), me he detenido para adaptarme mejor al bochorno y repasar el recorrido que hice un día antes con unos colegas y con Rafael Castaños, nuestro guía.

Ciudad histórica

Frente a mí, al otro lado de la plaza, el Alcázar de Colón se oculta tras unas mallas por trabajos de mantenimiento. Desde allí gobernó esta isla el primogénito de Cristóbal Colón, Diego. A su lado se trazó la primera calle colonial de América, la Calle de las Damas, llamada así porque era donde paseaban las primeras mujeres europeas que llegaron al Nuevo Mundo. Es allí donde, el día anterior, comenzó mi paseo.

Por esa calle es que llegamos al Museo de las Casas Reales, donde nos contaron brevemente la historia, vida y costumbres de la isla desde que llegaron los españoles. Este edificio albergó a la Real Audiencia y fue el edificio administrativo y judicial más importante de las primeras décadas de la Colonia.

Mezclas culturales

Es probable que desde allí se hicieran valer las Leyes de Burgos, que desde 1512 reconocían la libertad del indígena americano siempre y cuando trabajase para la Corona y no se opusiera a la evangelización. Esta medida, aunque todavía abusiva, según el guía fue importante para que la sangre de los nativos taínos no se extinguiera del todo en la Isla La Española, hoy compartida entre República Dominicana y Haití.

De acuerdo con Rafael, el mayor porcentaje de la población con genes taínos se concentra en el suroeste del país, ya que allí se mezclaron los primeros mestizos. Sin embargo, para él, el 80% de la población es mulata, ya que a la isla llegaron muchísimos africanos para trabajar la caña de azúcar. Por otra parte, “producto de las mezclas culturales nació la bachata, el merengue y otros ritmos musicales”, nos contó.

Belleza arquitectónica

La Calle de las Damas llega hasta la Fortaleza Ozama, el fuerte más antiguo de América, pero primero visitamos el Panteón de la Patria y luego caminamos por la Calle El Conde, llena de comercio, restaurantes, cuadros de pintura y artesanía, hasta el Parque Colón y sus árboles centenarios. Allí se encuentra Nuestra Señora de la Encarnación, la primera Catedral del continente, que se puede visitar en silencio gracias a la tecnología multimedia.

En todo ese trayecto era imposible no detenerse a fotografiar los paisajes arquitectónicos que dibujaba la Ciudad Colonial por todas partes.

Sentada bajo la sombra, ahora comprendo por qué la mayor parte de esos edificios monumentales fueron construidos con piedra coralina, un material que se consigue solo en El Caribe y que, además de aportar belleza y textura a las paredes, disminuye el calor en los interiores.

Ciudad más poblada

Una brisa caliente invade la plaza y hace danzar a las palmeras reales, que alguna vez albergaron los nidos de la Cigua Palmera, el ave nacional de República Dominicana. Vuelvo a caminar por esta ciudad de 4 millones de personas, la más poblada de las Antillas, avanzo sin rumbo trazado, pero cada calle ofrece lugares y monumentos que me permiten entender cómo se fueron dando los primeros pasos de la colonización europea en tierras americanas.

¿Qué inhóspita debió verse la isla, llena de selva y montañas, frente a unos exploradores avezados y ambiciosos que no comprendieron, sin embargo, la conexión ancestral que los taínos tenían con la naturaleza?

País montañoso

Si bien las circunstancias de la invasión hicieron que Santo Domingo se fundara en una zona plana de la isla, esta, en realidad, es bastante montañosa y accidentada, no solo tiene 5 microclimas y el punto más alto de las Antillas en el Pico Duarte (con 3,101 msnm), sino también el punto más bajo, pues el Lago Enriquillo tiene 46 metros por debajo del nivel del mar.

El Pico Duarte es tan alto para la geografía del Caribe, que algunos aseguran que es gracias a su presencia que muchos huracanes desvían su recorrido y no golpean las ciudades dominicanas. Y debe ser cierto porque estos días el huracán Ernesto, que acaba de hacer estragos en Puerto Rico, acaba de desviar su rumbo hacia el norte y no tocará la isla.

Vocablos taínos

Pero esta montaña, además, fue considerada sagrada por los cacicazgos taínos que habitaban esta isla, y es probable que por eso la llamaran “Haití”, que significa “montaña alta”, aunque otros aseguran que la llamaban “Quisqueya”, que significa “madre de todas las tierras”.

Y aunque no hay certeza sobre el nombre originario de La Española, lo que sí sabemos es que al ser Santo Domingo la primera ciudad fundada por españoles, fue aquí donde se incorporaron a la lengua hispana los términos taínos de las cosas que ellos recién conocían y no sabían cómo llamar, tales como hamaca, huracán, caimán, barbacoa, papaya, iguana, manatí, guayaba, ají, maíz, yuca, entre muchos otros.

Turismo en la isla

La tarde sigue calurosa en Santo Domingo, pero el flujo de turistas se mantiene alto en la Ciudad Colonial. Y no es para menos, ya que República Dominicana es el segundo país latinoamericano con más visitas internacionales después de México.

En 2023 el país recibió más de 10 millones de visitas, según cifras oficiales y, aunque gran parte del turismo se concentra en Punta Cana, Santo Domingo sigue ampliando su capacidad hotelera e inmobiliaria en lugares como la zona Piantini, donde mantiene un crecimiento vertical que comenzó hace 30 años y donde ya vienen invirtiendo varias cadenas hoteleras internacionales.

A solo unos minutos “hay un parque natural con una cueva y cenotes de aguas turquesas”, me dice un vendedor de joyas de larimar, una piedra preciosa que solo se encuentra en la región dominicana de Barahona. No dudo en subir a una de esas motocicletas que hacen el servicio de taxi para visitar aquella Cueva de Los Tres Ojos. Me llevo en la mochila el encanto y la amabilidad de toda la gente de Santo Domingo.

Texto y fotos: Claudia Ugarte Valencia
INFOTUR LATAM
www.infoturlatam.com

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