Boyacá enamoró a los asistentes de FICC 2025

En el corazón de los Andes colombianos, donde los paisajes parecen bordados con hilos de niebla, montañas y ruanas, miles de personas se dieron cita para celebrar la identidad campesina. Con un desfile que llenó de color y emoción las calles de Tunja, el Festival Internacional de la Cultura Campesina (FICC 2025) abrió sus puertas y convirtió durante varios días a Boyacá en el epicentro de la tradición, el arte y la música rural.

Más de 80 municipios del departamento participaron en esta gran cita, que exaltó la boyacensidad como símbolo de orgullo y resistencia cultural. Cada delegación, con sus trajes típicos, danzas, caballos, instrumentos y sonrisas, recordó a los asistentes y visitantes extranjeros que la cultura campesina sigue viva en el alma de Colombia.

Uno de los momentos más emotivos fue la presentación del Coro de Niños de la Tierra, cuyas voces puras rindieron homenaje a las raíces de la región y a la sabiduría heredada de los mayores. Luego, la Banda Sinfónica Nacional de Colombia, dirigida por el maestro Camilo Malagón, hizo vibrar a los presentes con una interpretación que fusionó lo clásico con lo popular, despertando ovaciones.

La emoción continuó con el Colectivo Campesino Infantil de Boyacá, que interpretó obras inéditas del maestro Jorge Velosa, bajo la dirección del maestro Germán Moreno. Las notas de carranga —ese ritmo que nació en las montañas boyacenses— resonaron con fuerza cuando subieron al escenario Carranga Kids y Los Doctores de la Carranga, provocando una fiesta colectiva en la plaza principal.

El carácter internacional del festival se reflejó en la participación especial de México, país invitado de honor, cuya delegación, encabezada por la embajadora mexicana, deslumbró con sus danzas y música tradicional. También se destacó la presencia del Reinado Nacional del Bambuco, que llegó desde el Huila con su reina y una comparsa llena de color y tradición oral, fortaleciendo los lazos culturales entre regiones.

Durante las semanas de celebración, el FICC se consolidó como un homenaje a la vida campesina en todas sus expresiones: la gastronomía de fogón y leña, las historias transmitidas de generación en generación y las artesanías que nacen del barro y la lana.

Boyacá vivió así un mes en el que el arte, la literatura, la música y el campo se entrelazaron para recordar que la tierra no solo produce alimento, sino también cultura, memoria y esperanza.

Para los visitantes internacionales, este encuentro fue una ventana a la Colombia auténtica, donde la tradición se siente en cada detalle y la hospitalidad campesina abraza a quien llega. Boyacá no solo ofreció paisajes de postal y pueblos coloniales detenidos en el tiempo, sino una experiencia profunda de conexión con la identidad rural del país.

Así, entre tiples, ruanas, sombreros y aplausos interminables, el Festival Internacional de la Cultura Campesina reafirmó a Boyacá como una tierra de mantas, de resistencia y de corazón abierto al mundo.

Por Fernando Garzón – Corresponsal en Colombia
INFOTUR LATAM
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