“Al menos una vez en tu vida tienes que vivir la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo” me habían dicho varios conocedores. Incluso mi hermano, ajeno a estas celebraciones, me había contado de esta (al parecer famosa) frase. Ayer, sábado 16 de julio, por fin, la viví.
Hace unas semanas estuve por primera vez en Paucartambo para ver el amanecer más hermoso del mundo en el Mirador Tres Cruces, a unos kilómetros de distancia
Paucartambo me maravilló desde la primera mirada: un pueblo pintado de blanco con un azul claro que parece sacado de un cuento. Sorprende y enamora con sus obvios encantos, pero me faltaba ver su día más célebre: la Fiesta de la Virgen del Carmen.
Tomé el primer vuelo de la mañana de JetSmart y tuve el privilegio de ver la luna llena como nunca, tan cerca y pintando de plateado las nubes que luego cambiaron a un abrazador dorado cuando el sol empezó a salir. Amo viajar a esa hora porque el espectáculo que regala el amanecer es impresionante. Para descansar hay tiempo después.
Debo empezar por un detalle: si bien estaba decidida a ir, no tenía con quién y en cualquier otra situación esto no me hubiera hecho cuestionar el viaje, sin embargo, para esta fiesta la cosa es distinta: en Paucartambo no hay una buena oferta hotelera como para recibir a todos los visitantes que llegan.
Los espacios para dormir van desde las casas de los locales hasta campamentos en terrenos cercanos, así que necesitaba ir con alguien con quien, más o menos, pudiera acomodarme.
Bueno, como las cosas se alinean solas cuando las dejas, días antes una amiga me dio el contacto de una amiga suya que iría, así que luego de unas breves coordinaciones encontré a mi grupo ideal para vivir esta fiesta.
Para llegar a Paucartambo se puede ir en colectivo o en taxi desde Cusco: nosotros éramos siete y nos dividimos en dos grupos, unos fueron en el carro de una de las chicas y el resto en un taxi que nos cobró ciento cuarenta soles (unos treinta y cinco dolares) por las casi tres horas de recorrido.
Esta ruta es preciosa, así que es un trayecto qué pasa volando rodeados de hermosos valles y montañas.
Llegamos ya entrada la noche y lo primero que hicimos fue buscar nuestra “reserva”: un salón de clases en el colegio del pueblo. Según me enteré después, esto es un lujo.
Doscientos soles (unos cincuenta dólares) por el espacio, con piso de madera, por todos los que entren (nosotros éramos siete pero entran tranquilamente veinte personas) por todos los días de la fiesta. Nada mal. Cada uno llevó su bolsa de dormir, colchón inflable y lo que se necesite. El colegio está cerca a la plaza, donde se lleva a cabo la fiesta y, la verdad, la experiencia resultó muy buena.
La noche anterior
La fiesta de la Virgen del Carmen dura varios días, pero la fiesta central es el 16 de julio. Nosotros, la noche del 15, vivimos una fiesta que advirtió el nivel de la experiencia que viviríamos el día siguiente.
En la plaza de Paucartambo la fiesta era inminente. Son veinte los grupos de danzas que exponen su arte y tradición en esta celebración y cada grupo tiene su casa, la cual abre las puertas para que todos podamos verlos cantar, bailar y compartir su espíritu.
Nosotros fuimos a la casa de Contradanza, donde la emoción y la unión nos invadió y la noche siguió en la plaza, en un gran y masivo “salud”.
El día central
El 16 de julio despertamos muy temprano en nuestro salón de clases para empezar el día con un café escuchando la misa en el atrio del Santuario. La hermosa Virgen del Carmen nos esperaba ahí, majestuosa e imponente, mientras los danzantes iban llegando a sus pies.
Esta es una gran fiesta folclórica y religiosa y es imposible mantenerse distante al fervor del pueblo. Uno de mis nuevos amigos me confesó que las lágrimas se le cayeron al sentir el espíritu que se vivió en la misa. Una belleza de espectáculo donde el pueblo se conecta con su Virgen.
Luego pasamos todos a la plaza central y cuando digo “todos” me refiero también a los danzantes. Esta fiesta es un solo de música y baile y cada movimiento de los grupos es un espectáculo de arte, color y tradición.
En la plaza se vivió el Bosque, en el cual se lanzan regalos como frutas y cosas de casa desde una estructura acondicionada especialmente en el centro. Todos confluimos en un mar de gente que espera nos lancen los artículos para luego evitar que nos caigan encima entre gritos y ligeros empujones.
A estas horas del día ya estábamos cansados y fuimos a comer algo a alguno de los restaurantes que se abren en las calles aledañas.
Ah! Verdad, creo que no lo he mencionado mucho: este pueblo es una belleza y en estas fechas todo se potencia. Es un verdadero placer caminar por sus calles inundadas del ambiente festivo, de personajes andando, probar sus platos (el adobo….ay el adobo….) y el té piteado. La experiencia se vive en cada rincón, literalmente.
La Virgen y los danzantes
A las 2:00 p.m. empezó uno de los tantos emocionantes momentos del día: la procesión de la Santísima Virgen del Carmen por la ciudad. Cuando la imagen se acercó a la plaza, los techos de las casas y los balcones se llenaron de Saqras o “diablitos”, quienes se cuelgan en las alturas con sus exuberantes trajes y sus coquetos movimientos. Ellos no pueden ver a la Virgen, aunque tratan de tentarla, sin éxito.
La Virgen paseó por la plaza con dirección al puente Carlos III (precioso, vale aclarar, sobre todo de noche) para dar su bendición a los cuatro puntos cardinales o cuatro suyos.
“Ya viene, ya viene” se oía en la plaza mientras esperábamos a la Virgen, que regresaría para dar un ultimo recorrido antes de regresar al Teatro Municipal.
Una cadena sujetada por los Negrillos protegían su ruta del público. Todos querían verla de cerca, la fiesta era puro fervor. Los Saqras desesperados desde las alturas, los músicos tocando y todos los danzantes en acción de respeto. Una belleza.
La tarde continuó con el espectáculo de los grupos de danza en la plaza y té piteado. En la noche la fiesta siguió en la plaza y en las casas de los grupos de danza: comida y cerveza para todos los que los visitamos y festejamos con ellos. Bailamos toda la noche y el alma se quedó en este hermoso pueblo.
Una fiesta de arte y tradición. Una fiesta que…hay que vivir al menos una vez en la vida.
Agradecimiento especial:
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Por: Andrea Chaman (enviada especial al Cusco)
INFOTUR LATAM
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