Mira cómo se ilumina Puno con las danzas mestizas de la Candelaria

En las últimas noches, fue la lluvia torrencial la encargada de dar la bienvenida a las comitivas de músicos y danzantes que, desde varias ciudades peruanas –e, incluso desde otros países, como Chile y Bolivia–, han llegado este viernes y sábado, para completar los megabloques que participarán hoy en el concurso de Danzas Mestizas o Trajes de Luces de la Festividad de la Virgen de la Candelaria.

La lluvia y el dios andino del trueno, Illapa, parecen solo haber recordado a los recién llegados el reto que implica venerar a la virgen en época de lluvias, a una altitud mayor a los 3800 m.s.n.m., y a una temperatura que esta semana ha bajado hasta los 5°C.

Esta mañana dominical, las nubes son las que se encargan de mantener la humildad y la fe de bailarines y ejecutantes musicales. El sol no brilla todavía, pero, en cambio, los trajes centelleantes y coloridos de los conjuntos de Caporales, Diabladas y Morenadas iluminan la mirada de los miles de asistentes que siguen llegando al Estadio Enrique Torres Belón y de otros miles que esperan a lo largo de las 30 calles que se han vestido con sus alfombras de gala para recibir a los 85 grupos concursantes.

En esta fiesta, declarada en 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por Unesco, las danzas mestizas son las más esperadas y la que más visitas generan en la región.

Su nombre se debe a que son danzas medievales europeas adaptadas a las tradiciones andinas. Así, la adoración a la virgen se funde con la veneración a la fertilidad de la tierra, a la Pachamama. Pero a diferencia de las danzas autóctonas, estas danzas (también llamadas «de trajes de luces») tienen total libertad para modificar cada año sus trajes, sus coreografías y los personajes que complementan la danza.

La Diablada, por ejemplo, según algunos autores, se habría irradiado en el continente americano a partir del proceso de evangelización que los dominicos y jesuitas iniciaron en Juli (Puno) desde la llegada de los españoles al territorio altiplánico en 1534.

En ese pueblo se habría enseñado a representar teatralmente la lucha entre el bien y el mal interpretado por ángeles y demonios. El sello andino, según otros autores, se habría colocado en la forma es que estos personajes se fueron desacralizando o satirizando en la danza, donde los demonios vencidos por el arcángel Miguel son convencidos para bailar por la virgen. Situaciones similares suceden con la Morenada y los Caporales, danzas que hoy son compartidas por las naciones quechuas y aymaras de Perú, Bolivia y Chile.

Por eso, esta mañana, Puno se ha transformado en una gran concha acústica. Desde el centro de la ciudad, el calor del estadio irradia energía y algarabía. La gente aplaude luego de cada presentación y los gritos y los bombos forman un gran eco en los cerros poblados que rodean la ciudad. Las bandas musicales que llegan y las que comienzan el pasacalle se oyen a kilómetros.

Hoy es día de fiesta y, al igual que el fin de semana anterior (cuando los 134 conjuntos de danzas nativas o autóctonas se lucieron por las calles puneñas), las danzas mestizas prometen seducir a un público cada vez más exigente. Serán sus aplausos y gritos de aliento los que combatirán el agotamiento de los danzantes y músicos. Hoy cobra sentido toda la dedicación puesta en esta fiesta. Mañana y pasado mañana vendrá la gran Parada multicolor, donde estos mismos conjuntos se despedirán de la virgen y de una multitud que los esperará otros doce meses con la misma devoción.

Claudia Ugarte (@fotoviajera.pe), enviada especial por Infotur.
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