Recientemente, tuve la oportunidad de embarcarme en un viaje que quedará grabado en mi memoria, mi aventura en Montevideo, la vibrante capital de Uruguay. Desde el momento en que aterrizé, supe que estaba a punto de vivir una experiencia única.
El aire fresco del Atlántico me dio la bienvenida mientras me dirigía hacia la ciudad. En mis primeros pasos por La Rambla, ese vasto malecón que se extiende a lo largo de la costa, sentí la energía del lugar. Las olas rompiendo contra la orilla y el sonido de las risas de las familias disfrutando de un día soleado, me envolvieron en una atmósfera de alegría y tranquilidad.
Explorar el barrio Ciudad Vieja fue uno de los momentos más destacados de mi viaje. Sus calles empedradas y edificios históricos cuentan historias de un pasado rico en cultura y tradición. Me perdí en la arquitectura colonial, admirando cada detalle mientras me detenía a probar un exquisito chivito en un pequeño restaurante. La gastronomía uruguaya es, sin duda, uno de los mayores placeres de esta aventura.
Una de las experiencias más memorables fue mi visita al Mercado del Puerto. Deambular por sus pasillos repletos de parrillas y sabores me hizo sentir como un verdadero local. La variedad de carnes asadas y la amabilidad de los vendedores me hicieron querer quedarme allí para siempre. Cada bocado de carne, maridado con un buen vino uruguayo, fue una explosión de sabor que me dejó sin palabras.
El arte y la cultura de Montevideo también me fascinaron. Pude disfrutar de una actuación de candombe en la calle, donde los tambores y los bailes me hipnotizaron. La calidez de la gente y su pasión por la música se sintieron en cada nota. Sin duda, el candombe es el latido del corazón de Montevideo, y fue un privilegio ser parte de ello.
El viaje no estaría completo sin una visita al Parque Rodó, un espacio verde que combina naturaleza y arte. Allí, he paseado admirando esculturas y jardines, disfrutando de la paz que emanaba del lugar. Finalmente, regresé a La Rambla al atardecer, donde el cielo se tiñó de tonos naranjas y rosas, brindando un cierre perfecto a mi día.
Al finalizar mi estancia en Montevideo, sentí que había absorbido no solo sus paisajes, sino también su esencia. Este viaje fue una conexión profunda con una cultura rica y un pueblo acogedor. Sin duda, Montevideo tiene un lugar especial en mi corazón, y espero volver pronto para seguir explorando todo lo que tiene para ofrecer.
Texto y fotos: Stephany Díaz
INFOTUR LATAM
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