Como les conté la semana pasada, estoy visitando Turquía con mis papás y, luego de una experiencia absolutamente fascinante en Estambul, pasamos a Capadocia, otro destino sobre el cual se generan muchas expectativas.
Primer punto: aunque el viaje parezca corto por ser de una hora, el salir de Estambul y llegar al hotel del destino en Capadocia es un trayecto largo. Casi una hora y media de viaje desde el centro histórico de la gran ciudad hasta el aeropuerto (el SAW) y, dependiendo del destino en Capadocia (hay dos aeropuertos: el de Kayseri y el de Nevsehir), llegar al hotel en el centro puede tomar hasta dos horas.
Este dato lo comento porque cuando vemos vuelos de una hora pensamos que el traslado será fácil y rápido, pero en este caso, no.
Nosotros llegamos a Kayseri a la media noche y nos esperaba un shuttle coordinado con el hotel que, por diez euros, nos llevó hasta nuestro hotel en Göreme, al cual llegamos pasadas las dos de la mañana.
Un despertar mágico
En esta ciudad la ubicación del hotel es fundamental por dos razones: la belleza de la zona, que parece sacada de un cuento de hadas, y los amaneceres rodeados de globos volando en los cielos.
Esa primera mañana, luego de descansar un par de horas, subimos a la terraza del hotel a ver, con un café y mantas, las decenas de globos que sobrevolaban la ciudad mientras el cielo se va pintando de tonos rojizos, anaranjados y finalmente amarillos. Hermoso.
Luego regresamos al cuarto a seguir descansando. El viaje y Estambul habían resultado agotadores y recién en la paz de esta desértica ciudad lo sentimos.
Recorrer las calles de Göreme, llenas de comercios y restaurantes, es muy entretenido y resulta un excelente plan para un día tranquilo en la tarde. Es una ciudad en extremo turística y pequeña y las opciones están adaptadas para todos los gustos.
Lo diferente es el entorno: las construcciones en cuevas, con piedras, el ambiente de desierto y de misterio. Una experiencia absolutamente distinta a las vividas.
Segundo día: nuevamente a amanecer
Luego de un primer día tranquilo, el segundo día empezó a las seis de la mañana, subiendo a uno de los miradores de la ciudad para ver los globos volar. Una de las experiencias más hermosas que he vivido en mucho tiempo. Increíble, llena de magia y color ver cómo los inmensos globos flotan sobre uno y la ciudad, acercándose y subiendo, bailando al son del sol que, de pocos, va asomándose hasta reinar.
El mirador al que fuimos estaba a unos diez minutos caminando del hotel, en Göreme, y la entrada cuesta cinco liras turcas (algo así como treinta centavos de dólar). Tanto la amanecida como el frío valen totalmente la pena.
Nosotros decidimos no volar en los globos porque mi papá y yo tenemos un problema de mareos crónico (un tema al oído) bastante marcado y no lo hubiéramos disfrutado. Si tienen dudas sobre volar en ellos, pues les aseguro que verlos desde la ciudad y, en especial, desde alguno de los miradores, merece la pena el viaje.
A recorrer la historia
Ese día alquilamos un carro para movernos por los alrededores. Creo que es una excelente opción para conocer Capadocia, la gestión del vehículo la hacen desde el mismo hotel y por unos cincuenta euros tienes un carro en la puerta del hotel a tu disposición. Manejar en esta zona es bastante sencillo y con internet en el celular todo fluye muy bien.
Nuestra primera parada fue el Museo Al Aire Libre de Göreme, a unos minutos manejando del centro de la ciudad. Este es uno de los lugares más impresionantes para visitar en el país: un valle con un conjunto de iglesias y capillas excavadas en la tierra entre los siglos X y XII con frescos de vivos colores en excelente estado de conservación.
Es un lugar muy turístico y, dado el intenso calor de la zona y la cantidad de visitantes, es recomendable ir temprano.
Otro de los destinos que más nos gustó fue el Castillo de Uchisar, una fortaleza natural del siglo I llena de cuartos conectados por escaleras, túneles y pasillos. Al terminar el recorrido hasta la cima las vistas son espectaculares.
Para terminar: unas cervezas en alguna de las terrazas al lado, de igual manera con unas vistas impresionantes.
Durante nuestro recorrido pasamos por el Valle de las Palomas, del Amor y el de Pasabag, destinos que muestran lo extraño del entorno y su maravilla.
Terminamos el día en la ciudad subterránea de Kaymakil, una de las más de treinta construidas en la zona. Una visita no apta para claustrofóbicos y que muestra una maravilla construida a partir del siglo IV a.C., confirmada por un laberinto lleno de túneles y escaleras que llevan a salas usadas como escuelas, habitaciones, capillas, etc. En resumen, una infraestructura increíble con perfecta ventilación, de ocho pisos (solo cuatro abiertas las público) que muestran la maravilla de este pueblo.
Tercer día: relajo
Nuestra visita ha sido a finales de septiembre y el calor ha sido intenso. El tercer día lo dedicamos a tomar sol en la piscina del hotel, a descansar, comer rico y tomar café turco.
Puede sonar flojo o poco interesante, pero viajar no es solo conocer nuestros lugares, sino disfrutar de su esencia y créanme que lo que más atesoro son esos momentos de desconexión y paz rodeada de un entorno de película junto a mis padres. Un privilegio.
Mi consejo de vida: disfruten a su familia. Disfruten cada momento. Todos estamos en el lugar donde debemos estar. No hay prisa por vivir.
Recomendaciones
En toda mi gestión me ayudaron dos personas maravillosas en Capadocia: Murat, del Cave de Capadocia Hotel ( +90 (533) 493 94 65) y Kemal, del Diamond of Capadocia Horel (+90 (555) 875 83 72). Ambos fueron fundamentales en mi gestión del viaje y en disfrutar estos días.
Por: Andrea Chaman Caballero
INFOTUR LATAM
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