No pasa día en el que la pelea entre Ron DeSantis, el gobernador de Florida, candidato a presidente conservador, y Disney, la propietaria de los parques de atracciones y productora de películas, no sume nuevos virulentos capítulos.
DeSantis acaba de anunciar que llevará a la compañía a los tribunales. Disney, que había sido desposeído de su derecho a dirigir sus propiedades sin atender al poder político, acordó el lunes seguir adelante ignorando al Estado. Y eso ahora va a los jueces.
Disney es uno de los principales empleadores del estado de Florida y por supuesto de Orlando. DeSantis ya les ha sancionado, en represalia a las políticas de género que defienden. En todo caso, los privilegios del estatus especial de Disney, que DeSantis ha acabado, son bastante escandalosos.
No se sabe ahora qué va a pasar en los juzgados y tribunales locales, pero hay que contar con que Disney emplea de 75 mil personas en la región y tiene 50 millones de visitantes anuales. Pero DeSantis ahora no debería ceder porque se juega su candidatura a presidente, en disputa con Donald Trump, quien no ha intervenido en este asunto.
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