El despertador suena temprano, pero la emoción de la aventura hace que saltar de la cama sea más fácil que nunca. Estamos listos para dejar la bulliciosa Ciudad de México y dirigirnos hacia un oasis de tranquilidad y sabores exquisitos: Querétaro. Nuestro punto de partida es el City Express Plus by Marriott, donde descansamos perfectamente y nos hicieron sentir cómodos y acurrucados.
Comienza el viaje y, mientras las primeras luces del amanecer se cuelan por las ventanas del auto, la carretera se convierte en nuestra mejor amiga. A medida que avanzamos, el paisaje muta suavemente. En cada curva y recta, sentimos la emoción de lo desconocido y la promesa de un día lleno de nuevas experiencias.
Finalmente, llegamos a Querétaro y nos dirigimos al hotel City Express Suite by Marriott. El aire se siente más limpio y todo se vuelve más liviano; la vida parece moverse a un ritmo diferente. Apenas nos alojamos, salimos ansiosos a la experiencia que tenían preparada para nosotros: Puerta del Lobo, una bodega que no solo ofrece vinos exquisitos, sino una experiencia completa para los sentidos.
Puerta del Lobo y una cata que te transforma para siempre
Al llegar, somos recibidos con una calidez que solo se encuentra en el corazón del campo mexicano. La bodega Puerta del Lobo es un lugar mágico: viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista, una arquitectura que mezcla lo rústico con lo moderno, y un aroma a uva fermentada que promete delicias líquidas. Las sonrisas de las personas que manejan el lugar y sus formas suaves de moverse indican claramente que manejan otro ritmo… el ritmo de Querétaro.
Impactados por el entorno, nos predisponemos a llenar nuestra alma de sabor. Nos espera la cata de vinos y, bajo el lema «Vid, Vida y Tierra», comenzamos nuestra experiencia. Un viaje a través de sabores y aromas, una experiencia cuidadosamente diseñada que me conmueve principalmente por cómo es transmitida. En este caso, el amor, la pasión y el compromiso se sienten en cada persona que, como un padre hablando de sus hijos, nos presenta cada vino.
Desde el primer sorbo, cada vino cuenta una historia, desde las hortalizas que fueron parte de esta tierra y hoy están presentes en los sabores terruños de los vinos. Cada nombre de vino ha sido elegido, pensado y sentido en homenaje a algo o alguien de gran importancia para todos. Así es como Emilia, uno de los vinos estrella de la bodega, lleva el nombre de una pequeña niña que podrás ver correr por los viñedos. Claramente, una visita a Puerta del Lobo es exponerse a ser invadido por el amor de su gente, expresado en vino.
Tres vinos diferentes, en sus colores y diseños: Sauvignon Blanc, Naranja y Tío Neto, cada uno con su maridaje perfecto. Fue difícil concentrarme en una mesa delicadamente cuidada, bella en cada textura, con una fuente de maridajes que mezclaba frutos secos, rojos, quesos, picantes, fiambres, panes y más sabores y colores. Mi mente no podía conjugar tanto sabor y color, pero sabía que toda esa creatividad y pasión estarían expresadas en cada copa.
De la mano del sommelier, comienza el desfile de sabor:
Sauvignon Blanc: Un vino blanco, seco, lleno de sol y sabores primarios, con aromas a flores y frutas. Un vino coronado con una medalla de Oro en Guanajuato 2021.
Vino Naranja: Me impactó desde la botella con su color de sol intenso, con el carácter suficiente para romper el prejuicio de que solo sería una moda para convertirse en uno de los más vendidos de la bodega. La danza de la copa se repite: observar, sentir el aroma, oxigenar y luego apreciar cada sabor. Solo después de esto se suma un maridaje perfecto. Un vino que también luce su medalla de oro en su etiqueta.
Tío Neto: El tercer vino me ganó el corazón. Con su nombre, ya nos revela su carácter. Es un vino blend, de tres uvas, seco, lleno de especias y flores. Considerado uno de los 32 mejores vinos del mundo. Un vino mimado, estacionado un mínimo de 12 meses en barricas, observado, sentido y cuidado durante todo ese tiempo. Un vino criado desde el momento de la cosecha de la uva. Su nombre evoca familia, calor, momentos únicos e íntimos. Desde mi humilde percepción, puedo decir que es un vino diseñado para la sobremesa, para maridar con la intimidad, la confidencialidad y el cariño de los seres queridos.
Pude recorrer los viñedos, las salas de elaboración, la mesa de prueba de los enólogos y el salón de barricas. Todo este recorrido revela y recrea cada vino, dejándonos una experiencia visual completa y elaborada de cada vino. No hace falta saber mucho, solo es necesario estar despierto, con ganas de ser estimulado en cada sentido y ponerse en manos de su gente que disfruta de vernos extasiados en cada paso de sabor.
Reflexiones Finales
Mi vino elegido, el Tío Neto, será maridado tal como me recomendaron, con mi ser especial.
Cosas que aprendí y atesoré para siempre: Que una servilleta detrás de la copa te revela el color del vino, que la acidez del vino promete tiempo de guarda. Que el amargor de los vinos viene de la madera (semillas y barricas) y los colores de las cáscaras, cuanto más tiempo, más oscuros. Que los aromas se revelan con el aire al agitar la copa y los maridajes no siempre son comidas porque el alma está llena de sabores. Y lo más importante que escuché en esta cata: al final del día, el mejor vino es el que te gusta y el mejor maridaje pasa por el corazón.
Fotos y texto: Alejandra Melideo
INFOTUR LATAM
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