Durante la pandemia muchos fueron los que decidieron mudarse a Cusco, en especial al Valle Sagrado, buscando nuevas experiencias y espacios abiertos.
Para mi suerte, dos grandes amigos míos cambiaron Barranco, en Lima, por la quebrada de Chicón, en Urubamba, y desde hace unos meses, cuando estoy en Perú, me gusta pasar algunas semanas con ellos, viviendo la magia de este lugar.
A muchos les sorprende que pase tanto tiempo acá y, sobre todo, les sorprende las diversas actividades y espacios que comparto en mis redes. Por eso hoy les cuento un poco más a detalle sobre cómo es la vida en el Valle Sagrado y por qué es un destino que no se agota.
¿Por dónde empiezo?
La primera pregunta que siempre me hacen es: ¿a dónde voy? Pues bien, la respuesta es muy personal y va a depender de qué estás buscando.
El Valle Sagrado es recorrido por el río Vilcanota (conocido como río Uribamba) y sus extremos son Pisac y Ollantaytambo, destinos típicos por sus ruinas y los tours tradicionales que llevan a visitarlos desde Cusco.
Ambos pueblos tienen sus características propias, muy distintas entre sí, al igual que los pueblos que se encuentran entre ellos y hoy quiero hablar justamente de estos últimos, algunos de los distritos que conforman el Valle, cada uno con personalidad propia y distintas propuestas. Voy a nombrar los que más me gustan, empezando por el más cercando a Pisac hasta llegar a Urubamba.
1. Lamay: conocida por sus múltiples restaurantes de cuyes y los deportes y experiencias de aventura, ofrece una interacción distinta con el entorno, de mayor conexión con la naturaleza. Recomiendo visitar La Base Lamay, un café en la plaza central con excelentes productos locales y postres, donde encuentras varias propuestas de caminatas y experiencias bajo la experiencia de Franco Negri.
2. Huarán: probablemente el refugio de la mayor cantidad de extranjeros en el Valle, en la que se mantiene la tranquilidad de una comunidad campestre. Es imposible no vincular Huarán con la tradicional familia Vellutino y su pasión por el kayak, como la de Gianmarco con Perù Kayak. En esta zona está el hotel Amak, un precioso espacio junto al río, con una buena propuesta gastronómica y SPA. En Huarán también encuentras Viva Perú Café, de Gabriel Battani, con excelentes salados y dulces (prueben el sándwich Lemongrass, espectacular), Alto Café, de Barbara, una encantadora y sonriente mujer de Papúa Nueva Guinea, cuyos postres derriten al mas reacio (el cheescake…de los mejores que he probado) y el nuevo La 58 Restobar, de comida Nikkei. Ah! Y si quieren ver productos locales busquen a Maga Guanilo en Viva Perú Café, buena colección de lo mejor del Valle.
3. Yucay, la antigua capital del Valle Sagrado, es un pueblo tradicional, muy bonito y a pocos minutos de Urubamba. En esta zona me encanta visitar el Sonesta Yucay, que más que un hotel parece un pequeño pueblo que tiene hasta una iglesia. Además de la propuesta normal gastronómica (pizzería, cafe y restaurante) hacen patios de comida en días especiales con música en vivo y todo con la linda energía y buen gusto de Elizabeth Carlotto, su gerente. En Yucay hay unos andenes muy bonitos y accesibles, pinturas rupestres, espacios religiosos y culturales y, sobre todo, mucha tradición. Es normal encontrar un día cualquiera alguna fiesta popular en el jardín central de Yucay con banda, comida y la clásica chicha de jora.
4. Urubamba, de seguro el nombre que más suena y atrae. Definitivamente la zona más desarrollada y con mayores propuestas y que también ofrece caminatas y actividades alternativas, como caballos peruanos de paso. Tal como dije antes, mis amigos se mudaron a la quebrada del nevado Chicón, que está a unos quince minutos caminando desde el centro de Urubamba, así que mis días han transcurrido más en este distrito. En Urubamba la oferta hotelera es muy grande y variada y va desde el lujoso Tambo del Inca hasta hospedajes sencillos, pasando por un glamping que deja encantado a quien lo visite: Chaska Ocupi, un espacio que vale la pena conocer. Almorzar la panceta de Tierra y tomar un café en Dacolektor, de la encantadora DJ Mayza Lozano, todo en la ya famosa calle Berriozabal, es un plan perfecto que puede terminar con una visita a Cerámicas Seminario. La propuesta cafetera está creciendo mucho en el Valle y en Urubamba encuentras espacios como Monkey Coffee o Migas Café, que complementa su servicio con una buena variedad de panes y pastelería, además de almuerzos. Sí, hay mucho por conocer y probar, pero ojo: Urubamba es, también, actividades al aire libre: tanto caminatas como paseos a caballo por caminos incas son parte de mis planes favoritos. Subir al mirador de Tantanmarka, a escasa distancia del centro, o emprender una caminata de algunas horas por la quebrada de Pumahuanca o la de Chicón, son planes preciosos y permiten conectar con la belleza del lugar, con lo imponente de sus montañas y la energía de su historia. Luna’s Horses, de Beatriz Peirano, campeona nacional de coreografía con caballo peruano de paso, es un espacio de lujo en el Valle Sagrado, no solo por la belleza del lugar, sino por los paseos que ofrece, con animales tratados con mucho amor y respeto, y los espectáculos de bailes típicos nacionales, que incluye marinera con los caballo. Un verdadero lujo.
¿Cómo es la vida en el Valle Sagrado? Es preciosa. He contado de lo que podemos encontrar al recorrerlo, y claro que falta mucho, pero lo que no se puede contar es el espíritu de los amigos que se hacen acá. El ambiente de paz y calma, el aire puro que nos limpia cada día. La vida en el Valle Sagrado es muy bonita, muy plena y si bien hoy en día hay mucho por hacer, siempre el mejor plan va a ser contemplar la belleza de sus montañas. Y agradecer. Siempre agradecer.
Agradecimiento especial:
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Por: Andrea Chaman
INFOTUR LATAM
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