La misión de mi viaje: realizar la cobertura periodística de la Feria Internacional de Turismo 2024, un evento de vital importancia para un país que ha apostado todo a esta industria para sacar adelante su economía. Si bien no era un viaje de placer, estar en el archipiélago más extenso de Cuba me permitiría conocer esas playas turquesas de arena blanca que el Atlántico sabe dibujar con maestría.
Conocer Cuba ha sido, desde hace mucho, uno de esos deseos latentes que se acentuaba cada vez que quería iniciar un viaje. Hace unas semanas aterricé ese deseo en el aeropuerto Abel Santa María, de Villa Clara y, aunque no era La Habana, como lo había imaginado, estar en la isla más grande y bonita del Caribe ya era un sueño cumplido
POLO TURÍSTICO
No me equivoqué, gracias al evento pude conocer algunas de las instalaciones hoteleras más importantes de los cayos que conforman el polo turístico llamado Jardines del Rey, bautizado así porque su descubridor español quiso rendirle homenaje al rey Fernando El Católico, en 1514. Y aunque las playas siguen siendo públicas, todos los hoteles que conocí tenían acceso directo a un pedacito de paraíso marino.
Luego de aterrizar en Villa Clara, tras un vuelo combinado Lima-Panamá-Cuba, tuvimos que atravesar cuatro horas de bosques y sembríos de árboles frutales hasta llegar a Cayo Coco, en la provincia de Ciego de Ávila. Allí se realizaría el evento.
Este cayo o pequeña isla, que forma parte de Jardines del Rey, está unida a Cuba gracias a un pedraplén o carretera artificial de 17 km construida, a pulso, sobre el mar. Es impresionante pasar sobre ruedas y sentir que se navega en medio del océano.
Además de Cayo Coco, Jardines del Rey está formado por Cayo Guillermo, Paredón Grande y Cayo Chico, y toda esta zona, a su vez, forma parte del archipiélago Sabana-Camagüey, que se extiende en la costa norte de Cuba. En conjunto, hay 38 km de playas turquesas en Jardines del Rey y unas 10 mil habitaciones que cada año seguirán aumentando.
Ya había oído de la calidad hotelera de Cuba, un poco en contraste con el estilo de vida de los lugareños, pero pensada para obtener los réditos necesarios que ayuden a mejorar la economía y la calidad de vida del país. Se trata, en su mayoría, de enormes resorts All Inclusive con un promedio de 300 a 800 habitaciones cada uno y servicios que se ajustan a las diferentes formas de viajar. Tal vez es por este desarrollo hotelero que Jardines del Rey se ha convertido en el cuarto destino preferido dentro de Cuba, después de La Habana, Varadero y Holguín.
En los breves descansos que mi colega, Pierina, y yo tuvimos durante esa semana de trabajo, pudimos caminar a la playa y sentir la tibieza del mar de Cayo Coco, así como deslumbrarnos con la gama verde esmeralda y turquesa que se encendía aún más cuando el sol era más ardiente.
Y aunque entrar a esas aguas cristalinas nos obligaba a atravesar una delgada barra de restos moluscos, en la orilla, pronto se imponía la arena blanca y nos quedábamos con el placer de nadar en esas piscinas naturales de aguas mansas, tropicales y poco profundas. Era un verdadero paraíso a solo unos pasos de las habitaciones.
Pero en el Caribe no todo es sol y playa, y menos en Cuba, país que posee una vasta cultura arquitectónica, musical y dancística, con ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad, actividades artísticas permanentes, además de una riqueza natural que se concentra, principalmente, en sus 14 parques nacionales y numerosas reservas naturales, ecológicas y demás áreas protegidas.
Por eso, durante esos días quedé, literalmente, fascinada con la música en vivo que nos acompañó durante los almuerzos. Podría escuchar son cubano la vida entera. Además, algunos mambos, boleros, guarachas y chachachás me remontaban a muchas fiestas familiares en Perú, donde la música cubana era infaltable. También quedé embrujada por las danzas tradicionales, de notoria influencia afro, que, luego supe, se cultivan, principalmente, en Santiago de Cuba, la cuna del folclore cubano.
La naturaleza también favorece a la isla. El paseo náutico por la laguna La Redonda se puso emocionante cuando el bote aceleró unos metros hasta alcanzar los manglares, allí se detuvo para que pudiéramos contemplar la flora y la fauna que abunda en ese paraíso tropical: orquídeas y bromelias se distinguían entre los mangles y las palmeras, y algunas garzas, pájaros carpinteros, gallinazos, tocororos y otras aves nos observaban con curiosidad científica. En ese lugar supimos que Cayo Coco debe su nombre al pájaro Coco o Ibis del bosque, que abunda en la zona.
Además de la laguna, visitar el criadero de cocodrilos nos enseñó que la especie endémica, el cocodrilo cubano (más colorido, más pequeño y más agresivo), está siendo amenazada por la presencia, cada vez mayor, del cocodrilo americano, que es capaz no solo de moverse por aguas dulces y saladas, sino que su ímpetu reproductor está creando una especie híbrida, cada vez más extendida en esta isla que, irónicamente, tiene forma de cocodrilo.
El Delfinario de Cayo Coco es otro de los atractivos que promueve la provincia de Ciego de Ávila desde 2019. Los dos delfines: una hembra rescatada luego de haber sufrido el ataque de un tiburón, y su hijo nacido en cautiverio, demuestran una extraordinaria inteligencia a la hora de ejecutar los ejercicios de su entrenamiento. La conexión con su entrenador es casi instintiva y los ejemplares parecen saludables, pero el entretenimiento con animales es algo que siempre me dejará sentimientos encontrados. De todos modos, debo confesar que fue la primera vez que estuve tan cerca de un delfín. Lloré.
Finalmente, las visitas a algunas fincas fueron bastante ilustrativas respecto a las formas tradicionales en que se maneja la agricultura, la ganadería y la producción de alimentos libres de agrotóxicos o pesticidas (en toda la isla). Esta es una de las razones que deben haber convencido al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) para sostener que Cuba es el único país del planeta que mantiene un desarrollo sostenible.
El último día estaba reservado para la incursión más atractiva: nadar y practicar snorkel en playa Pilar, una de las más lindas del mundo según varios rankings, ubicada en Cayo Guillermo. Fue bautizada así por el yate “Pilar” que utilizaba el escritor Ernest Hemingway para navegar y pescar en esas costas, cuya belleza describió en su novela Islas en el Golfo.
Lamentablemente, nos perdimos ese paseo, pues teníamos que avanzar a La Habana (una de las 7 Ciudades Maravillas del mundo), para tomar el avión de Copa Airlines de regreso a Lima. Dejar la “Isla más deseada del mundo” me costó, pues aún me falta conocer sus ciudades patrimoniales y seguir disfrutando de su cultura y su riqueza histórica, de su biodiversidad y de la infinita e inconfundible hospitalidad cubana. Me quedo con una certeza: ¡volveré!
Texto y fotos: Claudia Ugarte
INFOTUR LATAM
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